Este libro gira en torno a las artes escénicas como método efectivo de Conocimiento y vía preparatoria de acceso a los misterios y la metafísica: una forma eficaz y operativa de aprehensión y difusión de la Gnosis en perfecta consonancia con nuestras características culturales.
Se presenta al Teatro como una función sagrada en la que el Verbo abraza toda forma, gesto, palabra, tiempo y lugar para envolver al actor en una atmósfera trascendente donde ser sacrificado en aras de un reconocimiento mayor. El actor se convierte entonces en el intermediario del plan divino y en el intérprete de la gran obra cósmica. Y lo bueno de todo esto es que para encarnar tan alta función no hay que alistarse en esta o aquella asociación o agrupación “cultural”. El libreto lo tiene el lector-actor entre sus manos, aquí se recogen las emanaciones divinas prestas a ser actuadas en el gran teatro del mundo.
Se trata pues, de un vehículo liberador en el que apoyarse para salir de la mediocridad y desesperanza y ascender a estados de la conciencia más sutiles.
Pare ver la colección completa del Aleteo de Mercurio, ir a link del blog:
http://aleteodemercurio.blogspot.com/
Reseñas
CRÍTICA DE TEATRO SAGRADO: ENTRADAS PARA EL GRAN TEATRO QUE DESCUBRE EL MUNDO
El Periódico de Aragón, 27 de enero de 2022
La vinculación de lo sagrado con lo teatral no tiene mucha discusión, ya se esté hablando de una perspectiva divina o sencillamente sobrenatural. Sin embargo, y a pesar de que su título Teatro sagrado pueda parecerlo, este libro de Carlos Alcolea pulcramente editado por Libros del Innombrable va mucho más allá de la mera relación entre estos dos planos de la realidad. Su subtítulo ya puede dar una pista de que el contenido de este volumen trasciende esa simple relación: El juego mágico de la Memoria o el arte de percibir la teatralidad de la vida.
El autor oficia aquí como un preceptor que escribe no tanto para unos discípulos como para unos iniciados, o para unos educandos a los que iniciar en el camino hacia la Sabiduría. El que propone Carlos Alcolea va a través del tiempo, pero aunque es lineal no sigue una trayectoria recta sino que zigzaguea para abarcar de esta forma mucho más recorrido –mucha más materia– que una trayectoria lineal, seguramente más rápida pero no tan edificante.
Los cuatro capítulos en los que se divide el libro corresponden a otros tantos hitos históricos en los que el teatro queda casi como un telón de fondo para que el autor desarrolle sus enseñanzas: primero los orígenes del teatro, hundiendo el arado de su discurso en las representaciones dionisíacas y en los vestigios de los frescos de Pompeya; luego la Edad Media con su transgresión carnavalera y la figura eminente del gran Dante Alighieri; el Renacimiento, en donde despunta ese materializador de la magia que fue Shakespeare; y finalmente el teatro actual, donde la visión iluminadora hacia lo sagrado se mantiene viva a través de la mirada de algunos autores.
Como un inusual tratado lleno de atisbos hacia el entendimiento, este libro se asemeja a un museo por cuyas galerías perderse. Y no solo por las abundantes y espléndidas ilustraciones que contiene, sino porque abismarse al conocimiento que propone es un riesgo para el que no todos estarán llamados.
El lector atento, al abrir este precioso libro, contemplará que ante él se descorre mágicamente nada menos que el telón del gran “Teatro Sagrado, el juego mágico de la Memoria”, o sea de la diosa Mnemosine, madre de las Musas que insufla la anamnesis o el recuerdo del Sí Mismo en la interioridad de aquellos que la invocan. En el arte de percibir la teatralidad de la vida, nuestra existencia es vista como una ilusión o un sueño del que hay que despertar, renaciendo a la verdadera vida, bajo la luz y el amparo de la doctrina tradicional y unánime. Se trata de abrir la mirada del corazón, de recuperar el sentido de eternidad, la certeza interior, tomando conciencia del papel mediador que como seres humanos –centro y eje de la obra creacional– nos toca jugar en este teatro que es la vida, escenificando la gran tragicomedia cósmica, cumpliendo así con nuestro destino: “Conocer el juego es aprender a salir de él, jugándolo”. El teatro y su poética –una de las artes que ha estado presente desde los orígenes rituales y míticos del hombre– se presenta desde el punto de vista universal y espiritual; en palabras de su autor, “como un método efectivo de Conocimiento y vía preparatoria de acceso a los misterios y la metafísica”.
El cuaderno número ocho de la colección “Aleteo de Mercurio”, nombre del mensajero y guía divino que por Amor nos despierta e impulsa con su varita al vuelo vertical del alma, propone un viaje liberador a través de las distintas formas que ha ido adoptando el teatro a lo largo de la historia sagrada de Occidente, fecundada por las ideas de la Tradición Hermética, donde vemos la importancia que ha tenido para nuestra cultura. A su vez, nos va revelando las claves simbólicas para penetrar en su verdadero significado, relacionado con los misterios de la Iniciación y con las pruebas y sacrificios a los que se enfrenta todo hombre y mujer que de corazón decide adentrarse en esta gesta mítica y heroica, despertadora de la conciencia de Unidad, en pos de la auténtica Libertad.
Ubicado de pronto en la butaca del centro, el lector se ha convertido, aunque no lo sepa, en un espectador privilegiado de una función sagrada, alquímica y regeneradora que lo rescata de la ilusión, el olvido y la mediocridad de este mundo sin sentido. Si abandona sus prejuicios e ideas preconcebidas y se abre al influjo fecundador que el espectáculo le ofrece, manteniendo su atención concentrada, tal vez pueda tener la fortuna de ser raptado por las ideas-fuerza arquetípicas que transmiten los protagonistas de la función, a través de los mitos, ritos iniciáticos, cultos mistéricos o ceremonias mágico-teúrgicas que al promover rupturas de nivel, sumergen de lleno en otros niveles de lectura, invisibles y desconocidos, pero reales, donde se hace evidente la irrealidad de este mundo actual tan solidificado, literal e intrascendente, ofreciendo la posibilidad de emprender un viaje interior y asombroso, con el Pensamiento, de alcances insospechados.
El autor presenta este viaje en cuatro actos, desde sus orígenes, que siempre son actuales, donde el propio Dioniso, el abismal, profético y multifacético dios del vino y del teatro, con su furor mistérico “que eleva a las cosas superiores”, irrumpe con su furia y poder embriagador, vehiculando “ideas-fuerza y energías capaces de actualizarse por nuestra comprensión”. Con Dioniso “el nacido dos veces”, símbolo de los iniciados, nos adentramos en los Misterios de la Antigüedad, en sus ritos, mitos y cultos sagrados: las Grandes Dionisíacas griegas y las Bacanales romanas, las Dionisíacas rurales junto con los misterios iniciáticos de Eleusis. Se nos habla de los desfiles, juegos, danzas y representaciones teatrales encabezados por el triunfo de Dioniso, el que insufla el arrebato divino en todo su cortejo. Y donde aparece también Phlyax, figura vinculada a los personajes de las farsas, de género burlesco, cómico y grotesco. Formas de vivenciar lo sagrado, donde el rechazo y el horror, y a su vez la atracción y el vértigo producen insospechadas aperturas. Con Pompeya y la fuerza evocadora y misteriosa de las escenas representadas en sus frescos, como el de “la Venus de la Concha”, la diosa del Amor y la Belleza trascendentes y su poder de atracción irresistible, se cierra el telón de este primer acto.
El segundo acto nos adentra en la Edad Media y sus misterios, donde la acción se escenificaba simultáneamente en tres pisos o niveles: el cielo, la tierra y el inframundo, en perfecta analogía con los estados esenciales y jerárquicos del Ser. Tal y como lo vemos escenificado en la Divina Comedia de Dante, con todo lujo de detalles, obra que ejemplifica el proceso de la Iniciación en los misterios, o sea el viaje de retorno al Origen, y que atesora lo esencial del esoterismo cristiano. También fue característico de la Edad Media las mascaradas y carnavales, fiestas rituales de carácter ctónico donde se invertía el orden jerárquico. “La fiesta del asno”, “la fiesta de los locos” y las saturnales de la antigua Roma, eran un ejemplo de ello. Constituían un marco apropiado para dar rienda suelta a la expresión de determinadas energías inferiores –que están en el ser humano–, y que al quedar circunscritas a momentos muy concretos del calendario, garantizaban el mantenimiento del orden el resto del año. Por otra parte, vemos como en el medioevo adquiere particular importancia en las cortes europeas y sus florecientes escenarios la figura del juglar, también el trovador, vate o adivino, así como el característico bufón y el payaso. Aparecen las narraciones legendarias y los cantos de Amor regeneradores. El Amor, por todo lo alto, capaz de conjugar todas las contradicciones; la entrega a la Voluntad divina, y el furor que promueve, fundamentado en la Unidad como Principio. Este Amor estaba en el centro de las organizaciones iniciáticas, como la Orden de los caballeros Templarios, pues “cada lance es una ofrenda al más elevado principio que toma forma en una diosa a la que llamamos Sabiduría presente en el corazón de la dama”. Y los juegos y torneos caballerescos, “hitos significativos, en la linealidad temporal sucesiva como expresión del Amor divino en la tierra”.
Con el teatro en el Renacimiento, se abre el telón del tercer acto, presidido por la Memoria: “Invocarla es llamar a la Inteligencia Universal para que se haga en nosotros”. Teúrgia viva, escenarios luminosos donde se producen las hierofanías, avivando el fuego del amor por la Verdad que va abriendo las puertas a otros estados de la conciencia. “Memoria del mundo y del hombre que se revela como una reminiscencia de la totalidad”. Asistimos a un nuevo nacimiento de la antigua ciencia sapiencial, es decir, del influjo espiritual de Thot-Hermes que se actualiza de forma fresca y viva, con el renacer de las artes y las ciencias de la antigüedad greco-latina, reveladas por las Musas. El poder del símbolo y el mito y su fijación en la memoria promueven el despertar a la conciencia de Unidad. El Teatro de la Memoria de Giulio Camilo, un diseño que tiene como modelo un teatro al modo clásico con 7 niveles, cuyas verdaderas intenciones están vinculadas con la anamnesis platónica “pues a través de símbolos, señales, códigos, talismanes, etc. que, como por ejemplo el Árbol de la Vida Sefirótico, vinculan simpáticamente los distintos órdenes de la realidad, los que se tornan conscientes en el alma del teúrgo”. Aparecen además en escena toda una gran pléyade de autores entregados por entero a efectivizar la Utopía. Y el espectáculo extraordinario y verdaderamente mágico de las mascaradas reales y otros juegos escénicos, en la fecunda época Isabelina, bajo el amparo de su formidable reina, “la Reina Hada”, donde resurgió con fuerza y belleza la Tradición Hermética. Se cierra este acto con la obra de Shakespeare, que el propio maestro utilizó como vehículo para transmitir un mensaje esotérico: “en realidad todas las situaciones representan estados del alma, y todos los personajes aspectos que están en uno mismo”.
Hermes se sigue revelando, su mensaje está vivo actualmente, como vemos al abrirse el telón de este cuarto y último acto donde se presenta una tropa de actores y actrices, adscrita a la Tradición Hermética, que conforman la Colegiata Marsilio Ficino, “entidad fundada por Federico González Frías, que utiliza el antiguo oficio del teatro como soporte de la Gnosis”. Una enseñanza operativa, de transmutación interna, capaz de disolver toda programación o condicionamiento, en los propios actores, en la medida que se entregan a ello y donde coagulan espacios internos siempre renovados. Cumplido su ciclo vital, la Colegiata Marsilio Ficino desaparece. Y como el ave fénix que muere y renace del fuego de sus propias cenizas, emprende el vuelo y nace el Ateneo del Agartha, donde unos pocos artistas, raptados por el dios alado, cada vez más ligeros, alegres y anónimos, decididos a cumplir con los designios trazados por los hados, en el cumplimiento de su verdadero destino, se suben a la nave que cruza las grandes aguas, reuniendo lo disperso y difundiendo la luz, con Atenea al frente avivando y manteniendo con furor el fuego de la Sabiduría. Artistas que también ejercen el oficio del teatro donde además de actores son autores. Una invocación permanente, una teúrgia viva y actuante, como ofrenda y alabanza, capaz de vencer a los enemigos internos y encarnar las energías que los propios dioses simbolizan, nuestros estados superiores de la conciencia. Identificarse y ser Uno con ellos traspasando todo límite, es en definitiva, la labor de transmutación que el teatro sagrado, como rito operativo y efectivo, promueve. ¡Evohé Baco!
Las meditaciones del autor de este libro se entrelazan con las de un surtido extraordinario de iniciados, poetas, magos, cabalistas, héroes, maestros y sabios, en definitiva hombres y mujeres de Conocimiento, integrantes de la cadena áurea hermética, que pueblan los escenarios de este gran teatro sagrado. Sus escritos transmitidos por amor al Conocimiento, a través del secreto y el misterio, muchos de ellos con Verbo inflamado, penetran hondo en las almas receptivas que les dan cabida, pues han sido inspirados y guiados por los dioses y diosas, protagonistas de excepción en este teatro sagrado, siendo éstos las facetas o atributos de la Unidad una y única. Los mitos que protagonizan son el modelo ejemplar a seguir del propio proceso iniciático, así como la identificación con las gestas heroicas y las vicisitudes que experimenta todo héroe. Desde el comienzo vemos las alianzas y lazos invisibles que mantiene todo Artista con ellos, a través de su fervorosa entrega, en el triple gesto de dar recibir y devolver.
El cuaderno va acompañado de un excelso y luminoso repertorio de imágenes, bien significativas, como enmarque escenográfico. Puertas que se abren a otros estados de la conciencia hacia lo ilimitado, cuya fuerza y belleza evocadora conforman auténticos soportes de Conocimiento. Nuestro agradecimiento a su autor, por este regalo.
El origen de las artes escénicas, entendidas como modo operativo de acceder al Conocimiento y su despliegue a lo largo de la Historia de la civilización occidental, constituye la materia básica con la que está fraguado este libro. Obra de Carlos Alcolea que nos entrega, cuidadosamente editada, con abundancia de ilustraciones escogidas, Libros del Innombrable en su indispensable colección Aleteo de Mercurio.
Estructurada en cuatro partes y diez capítulos, incidiendo con ello en el esquema del Árbol sefirótico, nos describe con detalle el trayecto que va de las grandes Dionisíacas, origen de la Tragedia y la Comedia, al Teatro actual. En este trayecto, que abarca más de dos milenios, atravesamos la Edad Media con sus “Misterios”, el Renacimiento con su Teatro de la Memoria, las Máscaras reales y los refinados juegos mágicos escenográficos de los isabelinos… entre otras vicisitudes de la “representación sublimada”. Para llegar a la actualidad donde se hace hincapié en la obra de Federico González Frías (1933-2014) con sus notables aportaciones salidas de la mano de la Tradición Hermética. Tiempo de despertar del Gran Letargo y acceder al Nuevo Eón.
En el principio de todo fue Primavera y el Dios-Niño venido de Asia. Con el nacido dos veces y portador de la máscara, numen liberador encarnado en forma humana, revestido con el disfraz de la serpiente, nacen las ceremonias mágico teúrgicas que denominamos aquí y ahora teatro y que buscan restituir el vinculo entre lo ctónico y lo uránico; que es como decir “volver al estado original”. El libro hace minucioso hincapié en estas fiestas, en las Bacanales romanas, los misterios eleusinos y las dionisíacas rurales. Estas últimas celebradas en invierno y a las que nosotros conocemos como Navidad. Calendario y Magia: el Gran Teatro del mundo.
Los juegos escénicos que se desarrollaban en estas festividades y que incluían danza y música, permitían la apertura de la percepción a otras realidades. En ellos la máscara no disimula, revela, y lo grotesco forma parte esencial del desafío. La iniciación a los Misterios, tanto dionisíacos como eleusinos, es un hecho sobrenatural que se muestra a los iniciados, entre dos luces, en esta parafernalia de ceremonias diseñadas in illo tempore para lidiar con lo Innombrable.
Contra lo que muchos en su ignorancia siguen afirmando, la Edad Media y la civilización cristiana que vehicula (s.VIII-s. XIV) no pueden ser consideradas en modo alguno como una era de tinieblas. Los misterios medievales, el formato básico teatral de aquellos tiempos, recogen en sus estructuradas representaciones, donde se dan cita los tres mundos (cielo, tierra, infierno), las verdades esenciales tanto cósmicas como metacósmicas. En ellos se manifiestan distintos niveles de realidad simultáneos exponiéndose a la vista de todos, pero solo al alcance del desarrollo de cada cual, el sentido esotérico de la tradición cristiana. Baco y Venus continúan auspiciando las artes escénicas: la Virgen Madre es la Reina del Mundo.