Es de noche. El cielo se cubre con su manto estrellado. Llega la hora de levantar los ojos hacia el firmamento y comenzar a escrutar las fabulosas aventuras de los dioses y las diosas fijadas en las constelaciones. Eso es lo que han hecho desde tiempos inmemoriales los seres humanos de todos los pueblos de la Tierra, desde los sumerios y caldeos pasando por los egipcios, los judíos, árabes, cristianos, los de las culturas precolombinas, las orientales, etc., etc.

Esta obra que hoy presentamos, Mitos del cielo estrellado, escueta y directa, viene a recuperar la memoria de unos saberes antiquísimos acerca del cosmos y su movimiento constante en torno a un punto inmóvil, el Polo. El cielo es un libro en el que está escrito y se sigue escribiendo la vida del universo; una inmensa sinfonía de luces y danzas contrapuntísticas ordenadas que influyen directamente sobre todos los seres, tanto los visibles como los invisibles, señalando además los acontecimientos –desde los micro a los macrocósmicos– y marcando los hitos de la historia de las civilizaciones y de los grandes ciclos cósmicos.


Pare ver la colección completa del Aleteo de Mercurio, ir a link del blog:
http://aleteodemercurio.blogspot.com/


Reseñas

MITÓLOGOS Y MITOPÁTICOS QUE APUNTAN ALTO

“Es de noche. El cielo se cubre con su manto estrellado. Llega la hora de levantar los ojos hacia el firmamento y comenzar a escrutar las fabulosas aventuras de los dioses y las diosas fijadas en las constelaciones”. Elevamos la mirada, seguimos literalmente las instrucciones de Mitos del cielo estrellado. Se trata de una obra perteneciente a la colección Aleteo de Mercurio, una de las variadas y recónditas estancias del ingente Palacio-Laberinto con que podemos identificar alegóricamente Libros del Innombrable, que nos regala con su número siete esta nueva joya, rubricada por Marc García. Texto de muy grata lectura, más en esta etapa de decadencia que estamos atravesando.

Aleteo de Mercurio devuelve, en sus muy escogidos libros, “lo mucho que los autores han recibido a través de la enseñanza simbólica, el mito y el arte en sus múltiples expresiones tradicionales”. Marc García, por su parte, es colaborador, desde hace más de veinticinco años, de la revista SYMBOLOS: ARTE – CULTURA – GNOSIS, en la que ha publicado diversos artículos. También es coautor, entre otros significados trabajos, de las obras colectivas: Hermes y Barcelona (Mediterrània, 2004) y La Logia Viva (Obelisco, 2006). Escribe periódicamente en su blog Astronomía Hermética y Cosmografía (Un recorrido por los símbolos del Cielo y de la Tierra) perteneciente al Anillo Telemático de Symbolos.

Recuerdo aún con placer y agradecimiento la lectura de los dos primeros títulos de la colección Aleteo de Mercurio, de los que hice oportuna reseña, La Máscara Real y su Simbólica (Mireia Valls y Marc García) y Las diosas se revelan (Mireia Valls con la colaboración de Lucrecia Herrera), ambas obras de arrebatada inspiración consagrada al Bien, la Belleza y la Verdad. Como todas las publicaciones donde Raúl Herrero concreta su saber, la calidad de impresión y edición es más que notable.

Cuatro autores pertenecientes al mundo clásico constituyen la clave de bóveda de este libro. Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C.), primera persona en medir la circunferencia de la Tierra y fundador de la Geografía y la Cronología, autor del libro Catasterismos, que, como señala el título, está dedicado a la transformación en astros de los Dioses. Arato de Solos (Cilicia), cuya vida transcurrió entre el 310 y 240 a.C., y de cuyo poema didáctico-astronómico, Fenómenos, proceden numerosos materiales.

No podía faltar el Astronomicon de Manilio, poeta y astrólogo del siglo I, contemporáneo de los dos primeros emperadores, ni el voluminoso manual mitológico astronómico de Cayo Julio Higinio (64 a.C.-17 d.C.), que fuera bibliotecario del divino Augusto.

Acompañan a los textos mitológicos, que exponen el sentido de las configuraciones estelares, ilustraciones de gran belleza procedentes de muy diversas fuentes y que abarcan varios siglos. A destacar: Johannes Hevelius (1611-1687), astrónomo nacido en el Reino de Polonia y autor de un Atlas estelar que contenía con relación a su tiempo siete nuevas constelaciones hoy aceptadas; Alexander Jamieson (1782-1850), escocés, autor de un valioso Atlas Celestial dotado con imágenes de gran calidad artística; y, finalmente, entre otros varios no menos destacados, Fernando Gallego (1440-1507), autor del bello mural uranográfico: El Cielo de Salamanca, sito en la bóveda de la antigua Biblioteca de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca.

CIELOS QUE SON ABISMOS

La memoria activa, a cuya preservación están consagrados los buscadores del conocimiento, encuentra en el cielo estrellado un vasto repositorio de historias arquetípicas que se desarrollan en un eterno presente. No sólo las doce constelaciones del Zodíaco, sino también la Vía Láctea y numerosos asterismos localizados en muy diversas constelaciones, conforman la residencia de numerosas narraciones míticas esenciales para nuestro conocimiento de sí como miembros que somos, de pleno derecho, de la civilización occidental.

Los Trabajos de Hércules, las gestas de Teseo y Perseo, los devenires órficos, la presencia sutil y enigmática (muchas veces terrible) de las Diosas (Afrodita, Hera, Hécate, Artemisa, la madre Rea), los periplos gnósticos y a la vez oceánicos de los Argonautas junto con los amores y cóleras de Poseidón o el Supremo Zeus, entre otros muchos contenidos, llenan estas páginas.

Sin obviar, claro está, el hilo conductor del dios de los pies alados, psicopompos e inventor de la escritura, y la presencia mortífera y aleccionadora de numerosos monstruos; pues los cielos son también abismos (de ahí la necesidad de los Polos), como bien intuyeron los egipcios, que supieron atraerlos a la Tierra e integrarlos en una inigualable síntesis iniciática y metacósmica.

Sin el magisterio de Federico González Frías (1933-2014) que recorre sus páginas, ni el brillo favorable del “Lobo Celestial”, este libro habría sido difícilmente posible. Oportunas, pues, son sus palabras para cerrar esta modesta reseña, más aún en esta etapa del “devenir crepuscular de una humanidad terminal señalada por la presencia infausta de los más viles sopladores que pretenden oscurecer los cielos, y anular las influencias celestes, con el zumbido telúrico de un enjambre de siniestros satélites”.

Frente al poder destructor y disolvente del tiempo horizontal, que deviene en un flujo y reflujo perenne, “el acontecimiento mítico posibilita un puente vertical que enlaza con un orden de realidad diferente”, supra-histórico por su misma naturaleza.

Imagen portada (libro): La Cabellera de Berenice junto al Boyero (Sydney Hall. Urania´s Mirror. Londres, 1924). Foto interior (libro): Orión, Johannes Hevelius (Uranographia. Danzig, 1960).

Frank G. Rubio.

http://literocio.com/lomagazine/mitologos-y-mitopaticos-que-apuntan-alto/


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EL CIELO COMO UN LIBRO

Quién no se ha de conmover ante la insondable majestuosidad del infinito representado en este océano celeste que podemos ver, tan cercano y lejano al mismo tiempo, del que Lupercio de Argensola diría: “lástima grande que no sea verdad tanta belleza”.

A día de hoy, no se puede decir que abunde el interés por conocer la geografía del cielo con sus constelaciones, lo que guarda relación con que en general han dejado de ser visibles por la noche debido a la luz artificial que nos deja “a dos velas”. No obstante, lo más llamativo de todo es el olvido generalizado por el que dichas formaciones estelares resultan ser para la inmensa mayoría, simplemente algo fenomenal digno de ser contemplado en una noche espectacular. Sin embargo, generaciones muy anteriores a la nuestra al igual que otras civilizaciones ya extintas, vieron en todo aquello las historias arquetípicas integradas en el cielo, las fabulosas gestas míticas representadas en algunos conjuntos de estrellas como si de un juego de pistas en movimiento se tratara, un enigma extraordinario que se refiere a los estados del alma del mundo, o sea del Ser Universal del que uno mismo es un modelo a escala.

De todo ello y mucho más, da testimonio este número siete de la colección Aleteo de Mercurio, titulado Mitos del cielo estrellado. Con precisión y sin florituras sintetiza determinados mitos o historias ejemplares que tienen como protagonistas a los dioses y héroes legendarios, cuyas tribulaciones, aunque pueda resultar extraño, son las nuestras, tal y como revela vívidamente esta pequeña gran obra que ahora tenemos entre manos.

La voz del prefacio que nos recibe al inicio compara al cielo con un libro en el que pueden leerse cosas maravillosas, lo que resulta igualmente válido para este brillante tratado, que es, a todas luces, su reflejo, pues en él están representadas y explicadas muy bella y armoniosamente, todo lo que concierne a las cosas celestes a distintos niveles simultáneamente: sensual, anímico e ideal; o lo que es lo mismo: literal, metafórico y arquetípico; y de qué modo por simpatía y mágicamente se extrae de ello la máxima hermética según la cual lo de “abajo es como lo de arriba y lo de arriba como lo de abajo, para que se obren los milagros de una sola cosa”. Se trata entonces de un método mediante el cual ir profundizando gradualmente en el conocimiento de las cosas del cielo como vía de acceso a la metafísica, lo que implica escudriñar y conocer palmo a palmo la geografía celeste y sus movimientos circulares en torno a un centro inmutable representado por la estrella Polar, que simboliza la salida de la caverna cósmica o de la rueda de las encarnaciones.

Vistas las cosas de este modo, el cielo pasa a ser entonces un inmenso escenario en el que se representa una “sinfonía de luces y danzas contrapuntísticas que influyen directamente sobre todos los seres, tanto los visibles como los invisibles, señalando además acontecimientos –desde los micro a los macrocósmicos– y marcando los hitos de la historia de las civilizaciones y de los grandes ciclos cósmicos” (prefacio).

Los númenes, tal y como señala el autor de esta esmerada edición, han dispuesto figuras mnemotécnicas en el cielo para que recordemos nuestro origen no humano expresado simbólicamente en estas historias míticas que tienen lugar en el mundo de las ideas. Lo que está profusa y bellamente ilustrado en las extraordinarias láminas incluidas en la obra, que ayudan, y mucho, a fijar en la memoria las ideas-fuerza que aquí se desarrollan. Por lo que estamos ante un sistema combinatorio mágico-teúrgico que puede brindarnos más de una sorpresa en tanto soporte y procedimiento efectivo que favorece el desarrollo de ciertas potencialidades dormidas que promueven el despertar de la conciencia.

Que así sea.

Carlos Alcolea.