Al principio era el caos. La obscuridad abarcaba la totalidad de lo que podría ser creado y de lo increado, toda posibilidad quedaba recogida en la inmensidad del océano primordial, Nun. Omnipresente. Inagotable. Sin límites, informe y absoluto.

De la obscuridad y del silencio primigenio surgió un punto luminoso. Creándose a sí mismo surgió Amón-Ra. Antes de cualquier determinación, de la formación del cielo y de la tierra, del manto luminoso de estrellas, de los ríos fecundos, del aire vital, de las criaturas, dioses y aguas fecundas, de los alimentos y las artesanías, de las festividades y del calendario. Antes de todo era Ra.


Imagen A (Las referencias de las ilustraciones se encuentran al final del artículo)

De la determinación de la potencia universal surgió Ra. Se concibió a sí mismo y deseó su existencia.

Yo soy el creador del cielo y de la tierra,
Yo soy el que puso las montañas,
Yo soy el creador de las aguas,
Yo soy el creador de los secretos de los horizontes,
Yo soy la luz y la oscuridad,
Yo soy el creador de las horas, el creador de los días,
Yo soy el que abre los festivales,
Yo soy el creador de las corrientes,
Yo soy el creador de la llama divina,
Yo soy Khepri en la mañana, Ra en el cenit y Atum en el atardecer (1).


    
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El dios ardía en deseo hasta “que en una ocasión llego a ser, quien se masturbó en On. Él tomo su falo con firmeza hasta llegar al orgasmo y así nacieron los gemelos Shu y Tefnut” (2). “Derramé la semilla en mi propia boca” (3). Ra los escupió y de forma inmediata sus hijos fueron creados.

Yo soy Shu, al que Atum creó el día que él mismo emergió.
Él no me concibió en un vientre ni me formó en un huevo,
No fui concebido por ninguna forma de concepción,
Mi padre Atum me escupió con la saliva de su boca, a mí y a mi hermana Tefnut.

Ella surgió después de mí, cuando yo fui envuelto en el aliento de vida que procede de la garganta del fénix, en el día en que Atum apareció en el infinito, en la nada, en la oscuridad y en lo indeterminado.

Yo soy Shu, Padre de los Dioses –el que estaba cuando Atum envió a su único ojo a buscarnos a mí y a mi hermana Tefnut.

Yo soy el que convierte la oscuridad en luz para ella cuando me encuentra como el hombre que sostiene (4).

Representado con rasgos humanos y pluma de avestruz, Shu es el dios del espacio intermediario entre el cielo y la tierra, del aire y de la luz que provee el rayo solar. Era la personificación del fecundo viento del Norte que penetraba en las viviendas y templos de los egipcios otorgándoles frescor y calma al mismo tiempo que empujaba las falucas que navegaban por el Nilo. Compañero y ayudante de Ra era también visto como “la brisa del amanecer que anuncia la llegada del sol” (5).


Imagen D


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Junto con Shu nació Tefnut, principio femenino de la creación considerada como la diosa de la humedad, el rocío vivificador de un cosmos recién creado. En ocasiones es representada como una mujer coronada con el disco solar, en otras como una mujer con cabeza de leona.


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Así vemos como en un instante se creó el principio cálido y luminoso y se alejaron las tinieblas. El universo se sexualizó en las acuosidades de Tefnut y el elemento aéreo de Shu que transportaba las semillas de lo que será creado. Shu y Tefnut se unieron en un abrazo amoroso y de su cópula sagrada nacieron Geb, dios de la tierra y Nut, la diosa del Cielo.


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A Geb se lo conoce como “el Gran Cacareador”, sus dominios se extienden allá donde tiene lugar toda la vida que se desarrolla en la superficie terrestre, por lo que es Señor de árboles, fuentes, plantas y simientes. Aunque no sólo otorga la vida en ese plano, Geb también tiene dominios bajo tierra liderando allí junto con Anubis y Thoth el peso del alma de los difuntos en la balanza. Por lo que es dios tanto de la vida como de la muerte. Se le puede reconocer en representaciones gracias al disco solar del Bajo Egipto que corona su figura, o también por la sustitución de dicho disco por una oca, haciendo honor a su epíteto.


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A Nut, la diosa del cielo, se la representaba con grandes pechos y con unas proporciones físicas desmesuradas, pues a través de su cuerpo viajaba a diario el sol. Sobre su cabeza portaba un vaso de agua, liquido vital que vertía en ocasiones para purificar los espíritus de los muertos. Por ello y por representar el firmamento que separaba la tierra de las aguas precósmicas asociadas al caos, era considerada “la gran protectora”, ya que tanto dioses como humanos debían atravesar su cuerpo si querían renacer en el Más Allá.

¡Oh Nut!, tú llegaste a ser un espíritu,
Tú creciste poderosamente en el vientre de tu madre, Tefnut, antes de que nacieras,
Cuan poderoso es tu corazón,
Tú te revolviste en el vientre de tu madre en el nombre de Nut,
Tú eres verdaderamente una hija más poderosa que su madre…
¡Oh Gran Única que has llegado a ser el cielo!,
Tú tienes el poder, tú has llenado cada lugar con tu belleza,
La tierra entera yace bajo ti, tú has tomado posesión de esto, tú has abarcado la totalidad de la tierra y todas las cosas están entre tus brazos…
Como Geb, yo te impregnaré en tu nombre de cielo,
Yo uniré la totalidad de la tierra a ti en todo lugar.
¡Oh elevada sobre la tierra!,
Tú estás soportada sobre tu padre Shu,
Pero tú tienes poder sobre él,
Él te ama tanto que se situó él mismo –y todas las cosas junto a él– debajo de ti (6).


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Entonces la tierra era una isla vacía entre las piernas de Nut, por lo que Nut empezó a engendrar a los dioses de la siguiente generación, papel por el cual sería ampliamente querida y venerada tanto por dioses como por humanos.

Mientras tanto Ra seguía en su trono, distribuyendo luz y calor a todos los seres creados, colmando el universo de orden y esplendor. Sus dominios se extendían hasta los confines del universo. Orden y armonía seguían a la llama ígnea que su presencia proporcionaba. Aunque los egipcios se preguntaban, ¿cómo podía haber nacido el dios fuego a través de las aguas primordiales manteniendo la llama encendida? La respuesta a esta pregunta es la embarcación solar. Sobre ella los egipcios representaban a Ra saliendo de las aguas de Nun cada nuevo día, tras lo cual navegaba a través del aire durante el día para terminar siendo engullido por Nut al atardecer.

Millones de años han pasado por el mundo; yo no puedo contar el número de aquellos por los que tú has pasado. Tu corazón ha decretado un día de alegría en nombre del “viajero”. Tú atraviesas y viajas a través de espacios incalculables [requiriendo] millones y cientos de años de miles de años [para atravesar]; tú pasas a través de ellos en paz y tú recorres tu camino navegando a través de las aguas del abismo hasta el lugar que tú quieres; esto lo haces en un breve momento de tiempo y entonces te sumerges y pones un final de las horas (7).


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El desarrollo de la navegación solar indicaba el viaje victorioso de la luz sobre la oscuridad, gracias al cual se distribuía la vida en el mundo, propiciando cantos de alegría y regocijo entre dioses y mortales. Aunque Ra no estaba solo en semejante empresa. Mantener el orden cósmico requería de ayudantes, por lo que el dios invitó al dios de la sabiduría, Thot, y a la diosa de la justicia y la verdad, Maat, a su embarcación. Ambos aparecían sentados junto al timonel dirigido por Anubis, encargado del proceso que llevaba a los muertos al Más Allá.

De forma ritual, la embarcación penetraba en la oscuridad de las aguas del mundo subterráneo cada ocaso, exponiéndose a innumerables peligros entre los cuales destacaba la serpiente Apofis, que simbolizaba el caos y la oscuridad que rodeaba a Nun, por lo que era imprescindible vencerlo para restablecer el orden. Apofis y los suyos atacaban a Ra con fenómenos que no tenían otro fin que ocultar la luz, tales como los eclipses y la niebla. Ra contraatacaba con sus rayos luminosos y escorpiones, llegando incluso a adoptar forma de gato para desmembrar bajo esta apariencia la cabeza de tan temida serpiente.


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Al amanecer Ra surgía de nuevo de entre las aguas y comenzaba su viaje a través de los cielos renacido, pregonando la victoria de la luz sobre la oscuridad y dotando de gran júbilo y alegría a todos los habitantes. Una vez más, el orden había sido restablecido, la luz había triunfado y la vida se expandía hacia los cuatro puntos cardinales.

De este hecho nace también el mito del ave fénix, ave sagrada en Heliópolis que los egipcios vincularon con el dios Ra y que aparecía simbolizado mediante una garza, animal que pudiéndose establecer firme sobre el agua es capaz de alzar el vuelo hacia el sol y emerger de las aguas. Su etimología en egipcio bennu, también significa “resplandecer” o “alzarse”. En el Libro de los Muertos dejó escrito: “Yo asciendo como el Dios Primordial y asumo formas… Yo soy Horus, el dios que proporciona luz gracias a su cuerpo” (8). Y en los Textos de los Sarcófagos: “Yo soy el gran fénix que está en el Annu, el supervisor de todo lo que existe” (9).


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Los atributos de Ra eran el ankh, aliento de vida eterna, y el cayado. Y solía aparecer representado como un hombre con cabeza de halcón sobre la cual descansaba el disco solar rodeado por una cobra –a diferencia de Horus que portaba una corona. Otras veces se manifestaba a través del sol del amanecer, Khepri, para lo cual tomaba la forma de escarabajo, y otras se asimilaba a Atum, el atardecer, para lo cual se presentaba con una figura totalmente humana. Asociados respectivamente al renacer y al mundo de los muertos.

Pero volvamos a la siguiente generación de dioses, que Nut está a punto de dar a luz. Recordemos que tras Ra (el fuego, el calor y la luz) vinieron Shu (el aire) y Tefnut (el agua), y de la unión de los dos surgieron Geb (la tierra) y Nut (y el cielo).


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Ahora, de Nut y Geb nacieron dos parejas de dioses cuyas aventuras perdurarán en la memoria de la cultura occidental hasta nuestros días. Hablamos de Isis y Osiris y de sus opuestos Seth y Nephthys.

Isis, también llamada la “Gran Madre”, simbolizaba el amor fiel y universal; generalmente era una deidad de carácter amable aunque también poseía una cara rigurosa y cruel, como cuando emprendió las aventuras en busca de su esposo Osiris o cuando instigó una trama para averiguar el nombre secreto de Ra. Su poder radicaba en la utilización de encantamientos y magia que había aprendido de Thoth, el escriba divino, y que no dudó en aplicar en diversos episodios clave, tales como la resurrección de Osiris o la curación de Horus tras las picaduras de los escorpiones de su tío Seth. Por estos episodios y muchos otros, también fue llamada la gran sanadora.

Se la solía representar con características humanas –muy frecuentemente amamantando a su hijo, el pequeño Horus–, con tocado de buitre, cuernos de vaca (asimilados a Hathor) o en un trono. Suyo era el thet o “nudo de Isis”, un amuleto de color rojizo que era depositado en los sarcófagos y del que se esperaba el mismo efecto que proporcionó la diosa a Horus y Osiris, rescatándolos de la muerte.


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Junto con Isis encontramos a Osiris. Dios de la muerte, la resurrección y la fertilidad. Comúnmente representado con ropajes momiformes, sostenía sobre sus manos el cayado, la fusta y el cetro, todos ellos símbolos del poder real, de la autoridad y del buen gobierno. Era el juez de las almas en su viaje post-mortem y sobre su cabeza se erguía la corona blanca del Bajo Egipto. A pesar de las connotaciones negativas que pudiera tener una deidad asociada con la muerte, Osiris era considerado benigno pues cabe recordar que la muerte era venerada tanto como la vida en el Antiguo Egipto, y la sociedad entera la aceptaba como parte de la posibilidad universal.

En ocasiones también simbolizaba el río Nilo, especialmente cuando ocurrían las crecidas. Por esto, y por los mitos que se le asociaban, también fue concebido como dios de la vegetación, simbolizando la fuerza vivificadora del río capaz de nutrir los campos adyacentes, dotando así de alimento y cerveza a sus habitantes.

Gloria a ti, ¡oh Osiris!... el Gran Dios en Abidos, rey de la eternidad y señor de lo eterno, el dios que pasa millones de años en su existencia. Tú eres el hijo mayor del vientre de Nut, tú fuiste engendrado por Geb, el antepasado de los dioses, tú eres el señor de las coronas del norte y del sur y de la elevada corona blanca. Como príncipe de los dioses y de los hombres, tú has recibido el cayado y la fusta, así como la dignidad de tus padres divinos. Permite que tu corazón que está en la montaña de [el mundo inferior] esté contento, tu hijo Horus está establecido sobre tu trono. Tú eres coronado el señor de Mendes y gobernante de Abidos. Gracias a ti el mundo crece verde en triunfo (10).

O esta otra alabanza conservada hoy en el Museo Británico:

Eres el aparecido glorioso, Onofris (perpetuamente bueno), / durante las fiestas que celebran tu inmortalidad. / Eres el señor de la eternidad, el regente de los dioses.

De ti procede cuanto existe / y cuanto no existe. / Eres venerable en tus apariciones gloriosas. / Como señor de todos los hombres / y dueño del Doble País entero, / vienes en paz. / Eres quien proporciona plenitud al corazón.

Tu hijo Horus es tu defensor. / Los dioses te siguen, cantando tus alabanzas. / Los hombres se alegran de tu presencia / cuando navegas en tu barca divina. / ¡Oh, dios de las apariciones gloriosas, / venerable señor de la Enéada, / objeto de todos los elogios / y origen de la alegría! / Eres el creador de los alimentos, / el ser primordial con el cuerpo eterno, / el del pedestal elevado, / el dueño del ureret (corona blanca), / el gran dios que domina el occidente (11).


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Tras Isis y Osiris y sus influencias benéficas le toca el turno al antagonista de cualquier historia mítica que se precie; en el caso de la Gran Enéada de Heliópolis es Seth.

Seth simbolizaba lo maligno, la fiereza, el caos, la desproporción y la violencia. “Tú a quien la diosa embarazada dio a luz cuando dividiste la noche en dos, tú estás formado en la forma de Seth, quien nació en violencia” (12). Aunque nunca fue concebido como una entidad a aniquilar, su poder era necesario para establecer el orden cósmico por lo que sus energías cumplían una función. Así, era emplazado en la parte delantera de la embarcación solar para luchar contra los enemigos de Ra, siendo una de sus misiones principales la derrota de Apofis: “Regresa, villano, sumérgete en las profundidades del abismo, al lugar donde tu padre ordenó que debías ser destruido. Mantente alejado de este lugar de Ra, ante quien debes temblar” (13).


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Dios de las tormentas y de los vientos, de las tempestades y los terremotos, de la confusión y los disturbios. Era una deidad que, por su origen y simbolismo, aparecía ligado con el desierto, relacionado por lo tanto con la muerte para el habitante del Antiguo Egipto. En la simbólica egipcia aparece representado como un hombre con cabeza de animal canino-oricteropo y entre los animales que le estaban vinculados destacan la serpiente, el asno, el cerdo, el hipopótamo, el cocodrilo y los peces.

Seth estaba casado con Nephthys, misteriosa diosa de la que muy poco se conoce. Le eran asignados poderes opuestos a su paredra benéfica Isis, tales como la muerte y la decadencia. Reinaba en lo invisible y en todo aquello que tuviera que ver con la oscuridad y la noche. Así, una de sus misiones era la de proteger los órganos del muerto y junto con Isis, Neith y Serket protegía los vasos canopos.


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Sin embargo, y a pesar de lo que pudiera parecer, no era una diosa terrible. Siempre aparece representada junto con Isis, a quien ayudó en distintas ocasiones, entre las que destaca la reunión de los pedazos de Osiris tras el desmembramiento que le inflige su marido Seth.


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Se la reconoce por portar en su cabeza una especie de altar, que en realidad es el nombre que ella misma tiene en egipcio antiguo y cuya etimología significa “Señora de la Casa”.

Aquí termina el recorrido por la Gran Enéada de Heliópolis. Hemos visto como ha sido la génesis del mundo desde el Caos primigenio hasta la formación del cielo y de la tierra, los elementos, la polarización de la unidad principal, y la generación de los ciclos de vida y muerte que todo organismo lleva asociado.


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Pero digamos que la serie no termina aquí. A pesar de los nueve dioses principales cuya ascendencia es muy clara, existe otro importante dios cuyas facultades lo vinculaban con Ra. Su origen se sitúa en el matrimonio de Geb y Nut o también como el fruto de Isis y Osiris, según la fuente que se tome. Estamos hablando de Horus.


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El dios con cabeza de halcón era uno de los más poderosos e importantes de todo Egipto. De carácter luminoso y solar, será el encargado de perseguir y someter a Seth –“bajo las sandalias”– para vengar la muerte de su padre Osiris, restableciendo de este modo el orden universal.

Yo soy Horus, el halcón que está sobre las almenas de la mansión de aquel cuyo nombre está oculto. Mi vuelo elevado ha alcanzado el horizonte, yo he sobrepasado a los dioses del cielo, yo he hecho mi posición más prominente que la de los Primigenios… Mi lugar está alejado de Seth, el enemigo de mi padre Osiris… Me alzo en vuelo y no hay dios que pueda hacer lo que yo he hecho… Yo soy Horus, nacido de Isis, cuya protección comenzó dentro del huevo (14).


Dado su carácter vigoroso y aventurero, se lo ha asociado con el arquetipo del héroe entre otras funciones, como la de creador, protector de reyes, encargado de difuntos en el mundo subterráneo –pilotaba la barca solar–, salvador del mundo, instaurador del orden y numen salvífico en la constante lucha entre el bien y el mal.

Entre sus atributos destaca el wadjet u ojo de Horus; ojo que le fue arrebatado en su lucha contra Seth pero que finalmente fue restituido gracias a Thoth, quien unió los fragmentos producidos por el desencuentro de modo que la luz solar pudiera brillar de nuevo en la oscuridad gracias a la luna llena que aparecía simbolizada por dicho ojo.

Hasta aquí la genealogía divina según la mitología heliopolitana, pero, ¿y del origen de los hombres? La humanidad aparece por vía directa desde el gran padre creador, Ra, quien tras dar origen a sus hijos, lloró, y de sus lágrimas derramadas surgió la humanidad.


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Notas
(1) Robert A. Armour. Dioses y mitos del Antiguo Egipto. Ed. Alianza, Madrid, 2004. Retorno
(2) Ibíd. R
(3) Ibíd. R
(4) Ibíd. R
(5) Ibíd. R
(6) Ibíd. R
(7) Ibíd. R
(8) Ibíd. R
(9) Ibíd. R
(10) Ibíd. R
(11) Miguel Ángel Elvira Barba. El río de Osiris. Ed. Reino de Cordelia, Madrid, 2001. R
(12) Robert A. Armour. Dioses y mitos del Antiguo Egipto, ibíd. R
(13) Ibíd. R
(14) Ibíd. R

Imágenes
(A) Dibujo actual basado en la representación de Ra-Horakhty publicada en The Gods of the Egyptians, Volume 1 por E. A. Wallis Budge, circa 1904. Basado a su vez en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Ra#/media/File:Re-Horakhty.svg
(B) Incrustación que representa a Ra en cuclillas con el disco solar colocado sobre su cabeza de halcón. Metropolitan Museum of Art. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Inlay_depicting_the_squatting_god_Re_MET_DP239682.jpg
(C) Pyramidion de Khonsu, con la imagen de Ra-Horakhty en el medio. Museo Egipcio de Turín. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Pyramidion_of_Khonsu_font.jpg
(D) Representación moderna del dios egipcio Shu sosteniendo un Ankh y el cetro Was, basado en la tumba de Tyti. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Shu_(God).png
(E) Reposacabezas con Shu en la base sosteniendo el cielo. Hallado en la tumba de Tutankamón, actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo.
(F) Representación moderna de la diosa Tefnut basado en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tefnut.png
(G) Representación de la diosa Tefnut en El templo de Sobek y Haroeris en Kom Ombo en el valle del Nilo, en el Alto Egipto.
(H) Detalle de la estela Ousirour con las deidades Shu y Tefnut. Actualmente conservada en el Museo del Louvre. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:P1200378_Louvre_stele_Ousirour_detail_G_N2699_rwk.jpg
(I) Shu y Tefnut como parte del techo astronómico de la Sala Hipóstila del Templo de Hathor en Nitentore. Disponible en: https://amentetneferet.wordpress.com/gods/the-great-ennead-of-heliopolis/tefnut/
(J) Representación moderna del dios Geb basada en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Geb.svg
(K) Relieve de Geb de la tumba KV14 en el Valle de los Reyes. Disponible en: https://thebanmappingproject.com/glossary/geb
(L) Geb en la tumba TT3 Imperio Nuevo, XIX Dinastía.
(M) Nut. Diseño basado en las vasijas representadas en la tumba de Nefertari y en la imagen de Nut del Papiro de Ani. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Nut#/media/Archivo:Nut.svg
(N) Representación de Nut en el interior de un sarcófago. Periodo ptolomaico.
(Ñ) Representación de la diosa Nut basada en la decoración del templo egipcio de Dendera.
(O) Diosa Nut representada en la tumba de Ramses VI. Disponible en: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Goddess_Nut_2.JPGç
(P) Amon-Ra y Seth en la barca solar luchando contra la serpiente Apofis. Museo de El Cairo de Egipto.
(Q) Amon-Ra con forma de gato luchando contra la serpiente Apofis.
(R) Barca solar con el Phoenix al frente, tumba de Sennedjem Deir el-Medina, TT1.
(S) Representación moderna de la diosa Isis basada en las imágenes contenidas en la tumba de Nefertari. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Isis#/media/Archivo:Isis.svg
(T) Diosa Isis, Imperio Nuevo.
(U) Representación moderna del dios Osiris basada en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Osiris#/media/Archivo:Standing_Osiris_edit1.svg
(V) Osiris representado en el Libro de los Muertos de Hunefar, 19a dinastía, 1310 BC.
(W) Representación moderna del dios Seth basada en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Seth#/media/Archivo:Set.svg
(X) Seth y Horus apoyando al faraón como símbolo de la unidad del reino. Templo de Abu Simbel. Disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Egyptian_mythology#/media/File:SethAndHorusAdoringRamsses_crop.jpg
(Y) Detalle de una estatua de Seth colocando la corona del Alto Egipto sobre la cabeza de Ramsés III. XX Dinastía, principios del siglo XII a.C. Museo Egipcio de El Cairo.
(Z) Representación moderna de la diosa Nephtys basada en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Neftis#/media/Archivo:Nepthys.svg
(A1) Pintura mural de la diosa Nephthys en el templo de Hathor, Deir-el-Medina.
(B1) Representación de la diosa Nephthys de la época ptolomaica. MET Museum, disponible en: https://www.metmuseum.org/art/collection/search/551501
(C1) Isis y Nephthys en el sarcófago de Khonsu, hijo de Sennedjem. Museo Egipcio de El Cairo.
(D1) Representación moderna del dios Horus basado en las pinturas murales del Imperio Nuevo. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Horus#/media/Archivo:Horus_standing.svg
(E1) Estatua Horus Posno, Museo del Louvre. Disponible en: https://www.louvre.fr/es/explora/el-palacio/la-guardiana-del-arte-egipcio
(F1) Horus. Cabeza de halcón en oro con ojos de obsidiana. Museo Egipcio de El Cairo.
(G1) Tumba TT3, reinado de Ramses II.

Bibliografía complementaria
– Richard H.Wilkinson. The complete Gods and Goddesses of Ancient Egypt. Ed. Thames and Hudson, London, 2003.
– Erik Hornung. El Uno y los Múltiples. Ed. Trotta, Madrid, 2016.

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