Viene ocurriendo desde hace unos meses que los integrantes del Ateneo del Agartha estamos recibiendo misteriosos mensajes, que a modo de flechas salen del carcaj del propio Eros. Es tal el asombro que nos ha producido este hecho que queremos dejar constancia de esas misivas por si alguien puede aclarar su origen.
El asunto del primer mensaje parecía un enigma encriptado: “Dime qué amas y te diré quién eres”, siendo su contenido una invocación, quizás la respuesta al acertijo, que según se suele decir está incluida en la pregunta. Éste era el himno que figuraba como cuerpo del texto:

LVIII. A Eros
Incienso oloroso
Invoco al grande, puro, amado y dulce Eros, poderoso por su arco, alado, veloz como el fuego, de ágil carrera en su impulso; que juega con los dioses y con los humanos mortales, habilidoso, de dual naturaleza, poseedor de los resortes de todas las cosas, esto es, de la bóveda celeste, del mar, de la tierra y de cuantas respiraciones de toda índole proporciona para los mortales la diosa que produce frutos verdes, y de cuanto alberga el ancho Tártaro y el mar de estruendosas olas. Porque tú solo dominas el timón de todo ello. Mas, ea, afortunado, con pensamiento puro acude a tus iniciados y desvía de ellos los impulsos perniciosos y extraños.

Nos quedamos sin palabras, no supimos ni a quién ni qué responder.

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El título del segundo correo nos sorprendió todavía más: “El arte de la guerra”. Uno se preguntaría qué tiene que ver la guerra con Eros, aunque en verdad es portador del arco y la flecha. En respuesta a esta divisa, una de las voces de los enamorados a los que iba dirigido el mensaje se atrevió a escribir estas palabras:

Tu arma como todo lo manifestado es doble, mas en verdad responde a una idea única. La flecha y el arco se interpenetran, son pura geometría; la primera es el diámetro de una circunferencia y el arco una mitad de ésta.
La flecha se identifica con el eje, que te atraviesa y te adhiere por siempre al lanzador, o bien pasa de largo dejándote en la cuneta de la vía del Amor.
La flecha no necesita moverse para simbolizar lo que es, el axis mundi que engarza todos los estados por su centro, desde la cúspide del cielo hasta el vértice más hondo de la tierra. Pero el arco proyecta esta idea en la horizontal y la impulsa en el transcurrir de los ciclos.
Poderosa arma la que detenta Cupido y también Apolo y Artemisa; el revoltoso, el certero flechador y la virginal cazadora. El primero juguetea con el azar, el segundo apunta con una direccionalidad precisa y ella es la agreste y pura que no se deja dominar. Así hace el guerrero, someterse a su destino dirigiéndose a un objetivo muy, muy alto, sin ceder a tentaciones ni blandeces. En todo caso, aunque ahora no carguemos el carcaj y el arco, nos entregamos a los lineamientos celestes, aplicando ciertas estrategias militares y esperando ser atravesados definitivamente por la flecha envenenada. ¿O es que acaso presuponíamos que éste era un sendero algodonado?

¡Ajá!, de aquí se comprende el título “La correspondencia de Eros o el Arte de la guerra”; ¡qué listo este pícaro sinvergüenza! Aunque costaba aceptar que fuera posible tamaña gracia por la que el propio hijo de Venus escribiera tales misivas; después de todo es el viejo más joven del mundo, y eso impone mucho. Al poco tiempo, se nos volvió a presentar invitándonos a vivir el mito, en una carta del 14 de febrero. Transcribimos íntegro su contenido:

Un himno órfico (LV. A Afrodita) dice de mi madre, bendita sea (cuidado con la bilis de Venus), que es la “comensal nupcial de los dioses, soberana, loba, prolífica, apasionada por los hombres, muy ansiada, vivificadora, (....)”. Vaya, que la llaman loba, y esto viene al tema que quiero tratar.
¿Os habíais olvidado que día es hoy? Hoy se celebran las lupercales, fiestas en que los romanos azotaban a sus mujeres en el monte Palatino con tripas sagradas de cabra para que éstas pariesen, realizando con ello un rito de fecundación al que había precedido uno de purificación.
Los lupercos, “lobos", eran pues hijos de mi madre. ¿Acaso no fue una loba la que amamanto a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma? Qué curiosas son siempre estas cosas.
Volviendo al hilo, no me queda más que asumir que también soy un “luperco” por filiación maternal. El tema tiene sus gracia, ¿seré yo un lobo con piel de cordero?.... ¿Seré también la cabra sacrificada con cuya sangre y leche se purificaban los “lupercos” para después utilizar los jirones de su piel para azotar a las mujeres? No sé.
La etimología de lobo o loba tiene que ver con la luz y por ello con la marca o sello que distingue a los iniciados que se convierten así en amantes (risitas).
Amar... Amar, ésa es la cuestión, ya los tengo atrapados (risitas de nuevo). Toca purificarse y engalanarse, vestirse con túnicas de luz –nada que ver con lavarse las orejas o los pies–. Aceptar que todo ha de ser(me) entregado como se entrega el amante al Amado, sin condicionamientos ni pequeños “peros” para mantener la compostura. Vale ya de cháchara, en definitiva, que si nuestro Origen es nuestro Destino, ya saben quién maneja la barca.
El arquero, ritmándose a la danza cósmica, lanzó su arco más allá de la cúpula del cielo y simultáneamente, ésta atravesó su corazón.

No es raro que tal misiva avivara la llama del enamoramiento y que de uno de los tocados por el dardo del dios naciera esta respuesta encendida:

Eros, querido…
Cosa curiosa ha sucedido. Esta tarde, mientras me hamaqueaba sumida en la contemplación inducida por el vaivén del movimiento, de pronto, a lo lejos me pareció verte (era la figura de un niño) volando o corriendo –no lo sé exactamente–, por entre los árboles de tupido follaje, allí donde vienen a anidar muchos pájaros de colores que cantando al unísono despedían al Sol, que en su rápido ocaso expelía unos rayos de ocre luz.
Pero, volviendo a lo nuestro...
En ese ajetreo que te traías entre plantas, árboles y algunos animales que por allí andaban, creí ver que te recostabas sobre la yerba. Con sigilo me acerqué, cuando de pronto vi que allí estaban ¡tu arco y carcaj cargado de divinas flechas! Menudo susto me he pegado, pensando que debías ser tú, Amor, ¿quién, si no? Perdiendo todo miedo, pues fuerte era la atracción que ejercía sobre mí la hermosura de tu pequeña gran figura resplandeciente, viéndote allí recostado, pude contemplar, por un instante, oh maravilla, “aquel divino rostro”, que de inmediato me trajo a la memoria las palabras de Apuleyo que acababa de leer, en su Asno de Oro, describiendo tu rubia “cabellera perfumada de ambrosía”, tu “cuello blanco como la nieve, tus mejillas de púrpura, surcada de rizos en gracioso desorden” cayendo unos hacia delante y otros hacia atrás.
Palidecí y sentí desfallecer ante tan vivísima imagen. Pues en tus espaldas “se destacaban unas alas blancas y resplandecientes como flores cubiertas de rocío” y aunque estaban en reposo, tu respiración las agitaba “en caprichoso revoloteo”; “el resto de tu cuerpo era tan liso y brillante que no podía pesarle a Venus el haberte traído al mundo”. Y claro, a tus pies, “estaban el arco, el carcaj y tus flechas, las armas de tu divino poder”.
Arrobada ante tamaño portento, y pellizcándome la piel, pensé ¿sueño o realidad? Pero... ¿eras tú, verdad? Pícaro sinvergüenza que robó mi corazón.

A partir de aquí algo ocurrió en los corazones de todos los tocados por las flechas de Cupido, y la correspondecia se volvió más fluida.

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Asunto: “La pluma”.
Queridos todos, perdonen la tardanza en escribirles, a veces las ocas se ponen algo recelosas y cuesta un poco arrancarles la pluma, y eso que mis manitas son de lo más delicadas.
Primero de todo darles las gracias por hacerme tantos presentes y demostrarme su cercanía, sé que andan investigando sobre mí (sonrojo).
Sin embargo, les he de confesar que ando un poco melancólico, imbuido en mis pensamientos, algo apesadumbrado, porque recién he leído unos textos de Luciano de Samósata, que me han hecho recordar ciertos reproches del mismísimo padre de los dioses, el preclaro Zeus, y de la más dulce y embriagadora de las diosas, madre de los elementos y de un servidor.
Reprendido por incitar al amor tanto a dioses como a hombres conduciéndoles a un estado de entusiasmo erótico que los vuelve extraños a sí mismos y a ser incapaces de reconocerse en su acciones, aparecen como locos al mundo, lo cual parece ser que les ha ocasionado algún problemilla (risas).
Les contaré un secreto, todo forma parte de un juego, de un panludo en el que a mí me ha tocado esta función. Muchos andan en mi búsqueda pero luego se quejan de su suerte, ya saben sí, sí... pero no. Las flechas de mi carcaj guardan el secreto de la identidad con el ser amado, como el misterio del número 3, que hace retornar a la unidad la aparente dualidad. Ustedes comprenderán que dada la envergadura del sacrificio, es todo lo que entrego, es todo lo que demando, de aquí mis aspectos más aterradores. (Sí, ya sé, ¿cómo pensar algo así de un ser tan tierno y dulce? ¿Qué le vamos a hacer? Sincerémonos, también soy aterrador e incluso cruel).
Aquí ubicado, recostado en el umbral o perfil que conforma este anillo de oro, soy designado como el señor del cerca y el junto jugando con ustedes la partida.
Para acabar, utilizando el tono marcial del amante de mi madre, bendita sea, recuerden que “la anarquía es orden”.
Con Amor.

Las respuestas de los enamorados se encadenaron mágicamente, desde un sencillo,

Gracias Amor.

Pasando por esta retahíla de mensajes, que sin revelar la identidad de los enamorados, iremos numerando para distinguirlos, aunque bien parecen nacidos de una misma pluma, tal es lo que promueve Eros:

1– ¡Pero qué sorpresa! ¡Es Cupido apareciendo al azar, alegrando estos paseos! ¿Qué sería de nuestras idas y venidas sin tus toques de atención, divino daimon?
En esta floral manifestación de la Belleza que a todos nos hace girar los cuellos, innumerables saetas maravillosamente dispuestas en delicada geometría, resplandecen como el fuego en el corazón de las flores. ¡Eros, te reconozco en este sutil e inesperado disfraz! Y sé que desde ahí me has llamado para mostrarme cómo estos fogosos corazones de las flores ¡cantan con unas llamitas al anillo de oro!
Celebra la naturaleza entera todas estas cartas que el anillo te envía, o… ¿son quizás estas manifestaciones parte de tu mismo juego con la naturaleza, para transmitirnos que verdaderamente estas letras placen al Amor divino?
Cupido, maestro en conjugar lo serio y lo divertido, dime: ¿es posible amar al amor?
Bien muestran estas flores también nuestro compromiso, somos flechas en tu carcaj dispuestas a que las lances a tu modo para que contigo, en ti, podamos realizar la verdad de que Todo es Uno.

2– Estimado Eros,
Tus palabras han hecho caer un velo. Siempre he reconocido tu faz amable, bella y juguetona, inclusive traviesa y osada. Pero lo del terror no me parecía que fuera contigo. Hoy me mostraste tu faceta monstruosa: ser bicórpore, con alas de oro sobre los hombros, dos cabezas de toro y coronado con una serpiente capaz de adoptar múltiples formas de animales. Un escalofrío me ha sacudido rompiendo ciertas complacencias fabricadas a medida.
¿Quién eres en verdad? Pues en lugar de risitas me parece oír tu profunda carcajada resquebrajando el huevo primordial, y tú irrumpiendo en el rayo luminoso y cegador.
¡Oye, resplandeciente, rapta a esta tropa que te busca y te reconoce en todas tus manifestaciones!
Que a los ojos del mundo parezcamos locos, no nos importa; lo que nos importa es ser arrebatados por la locura de amor al conocimiento, pase lo que pase, sin perder el ánimo (tan pronto alegre como taciturno, eso es lo de menos), sin quejarnos, sin desfallecer. Escalando airosos la escala que nos tiendes.
Con Amor.

3– Querido Eros,
Siguen sorprendiéndome tus metamorfosis. Tu presencia más cercana es la del niño alado, provisto de flechas y carcaj, o la del púber imberbe bellísimo de dorados bucles. Presencias amables, al menos en apariencia. Mas cuando rompes el huevo cósmico saliendo a luz, antes de unirte a ti mismo para generar todos los seres, tu aspecto es terrible, bordeando lo monstruoso, conteniendo en ti los dos sexos y las formas de todos los animales (león, toro, rostro humano, serpiente).
¿Qué nos estás expresando con todo ello? A ti acudo, esperando ser rociado por la “indecible lluvia” que viertes desde tu cabeza, sin dejar de invocarte.
Sé que andas ocupado en mil menesteres, pero “acude, gozoso, a la sacra iniciación de múltiples formas, junto a los oficiantes”.
Con Amor.

4– Querido Amor,
Tu correo me ha ido al pelo para acercarme más a la esencia de tu ser y tu obra. Es paradójico: estás en todas partes cohesionando el mundo, experimento tus acciones en mi vida a diario, y sin embargo me parece que apenas te conozco. Hasta me cuesta hablarte de tú. Por eso me he puesto a investigar en ti como dices, echando mano de la analogía para penetrar tu realidad. Yo me pongo a la labor y a ver si te complace raptarme.
Por Amor.

5–¡Perdona tú, querido, mi tardanza! Hoy he leído, sobre fondo negro, una frase que ha llamado mi atención. Aquí te la mando, sobre fondo blanco, dos colores tan significativos para nosotros.
“Un hombre y una mujer son dos mitades esperando a unirse y ser uno solo, pero para completarse, ambas mitades deben estar completas”.
Con amor.

6– Querido Eros,
Tu flecha (secreto de la Identidad) me tiene arrebatado pensando en ese “estado de entusiasmo erótico que los vuelve extraños a sí mismos y a ser incapaces de reconocerse en su acciones, apareciendo como locos al mundo”. ¡Qué maravilla poder leer esto una y otra vez! Y reconocerse en este texto, en estas palabras, en estos trazos vivos que con tu mirada enciendes. Es bien paradójico que en ese momento de extrañeza al mundo, uno nunca se sienta solo. ¿Por qué será, amado Eros? (Te veo sonreír ahora mismo).
¿Y qué puede uno decir del aspecto terrible y del sacrificio necesario para que seas? Me río de aquellos que te cantan embobados con la idea de una belleza estética, absolutamente opuesta a la Belleza con mayúsculas y de la que tú siempre andas detrás.
Y viviendo en tus letras, respirando tu presencia, uno advierte el aliento de la esperanza cuando el terror que hoy gobierna el mundo aparece, pues éste no puede ser sino otro de tus aspectos, tu cara menos amable, a lo que seguirá el holocausto del individuo (pues no le queda otra que rendirse o ahogarse en sus propios vómitos); y todo esto no es sino el preludio de ese “estado de entusiasmo erótico que los vuelve extraños a sí mismos y a ser incapaces de reconocerse en su acciones, apareciendo como locos al mundo”.
Al final todo nace y retorna a Ti.
¡Ay Madre, pero qué loco es todo esto! Ya me imagino lo bien que te lo debes pasar y lo mucho que te puedes llegar a reír de las constantes historietas de los hombres y mujeres de hoy en día.
Te mando un abrazo enorme querido.
¡Con mucho amor!

7– Querido:
“Ya he escuchado suficiente acerca de Marte y de Venus; por eso los poetas dicen que Cupido nació de estos enamorados”.
He oído también que “el verdadero Cupido que es pasión amorosa y plena concupiscencia, se origina de la lascivia de Venus y del fervor de Marte. Por esto lo pintan como un niño, desnudo, ciego, con alas y lanzando flechas. Lo representan niño porque el amor siempre crece y es desenfrenado, como son los niños; lo pintan desnudo porque no se puede ocultar ni disimular; ciego, porque no es capaz de ver razón alguna en contrario, pues la pasión es ciega; lo representan alado porque es muy veloz, ya que el amante vuela con el pensamiento, siempre está con la persona amada y vive en ella; con las flechas atraviesa el corazón de los amantes, flechas que producen llagas sutiles, profundas e incurables; la mayoría de las veces proceden de los correspondientes rayos de los ojos de los amantes, que son como saetas!”. Todo esto lo he leído en los Diálogos de Amor de León Hebreo.
Esto dicen… aunque allí recostado en el umbral, tan bello, con tu dorada cabellera alborotada, resplandeciente de luz, ¿quién diría que provocas semejante locura en aquellos que hieres, produciendo terribles y profundas llagas incurables?

8– Querido Cupido,
Tierno niño y anciano terrible, gracias por tu mensaje.
Pasa que uno se duerme a veces, suerte que por mucho que se haga el distraído tus flechas siguen llegando de forma inesperada al corazón y hacen que despierte mágicamente (el otro día lo hicieron por teléfono).
Justamente, hoy que mencionas la anarquía y el orden, pensaba que hace falta una buena sacudida; quizás, si se trata de un juego, de una sacudida de dados, para dinamitar el orden impuesto desde fuera y tener otra oportunidad para volver a empezar de nuevo.
Encasillar, controlar, organizar… cuanto más crees que lo tienes todo cuadriculado más se te descuadra, porque es un cuadriculado que viene de una exigencia externa, de la ceguera de querer ser el más cuadrado de todos.
No me extraña lo que dice Luciano, pues con tu oda controlas la mente de dioses y hombres. Todos te siguen, todos te quieren, todos te buscan, pues sin ti no hay conexión, no hay comunicación y por tanto no hay nada.
¡Suerte que nos sacas de nuestras casillas! Y a veces nos dices: ¡vuelve antes de la número 7!, otras nos haces dar saltos prodigiosos hacia delante, otras nos quedamos atrapados en el pozo o en la cárcel unos cuantos turnos.
¡Qué divertido es todo esto bajo esta luz!
Es así, con este ánimo, como me voy hoy de paseo, a ver a tu venerable madre entre las olas para que su brisa ventile un poco el alma y se mezclen las cartas, y así poder salir de la peligrosa rigidez, matadora de toda inspiración.
Con Amor.

9– Querido Eros,
Ciertamente puedes parecer cruel y devastador cuando por amor al alma le muestras la Verdad, sacándola así de su ignorancia; la Verdad de su naturaleza divina y la insignificancia de su naturaleza humana que trata de aguar los propósitos divinos que le son participados. No hay mayor sacrificio y mayor acto de amor que el alma muera a su individualidad y abandone sus quehaceres mundanos guiados por su soberbia y su vanidad y se pliegue a la voluntad del alto Cielo.
¡No dejes de alentarnos para morar en el Espíritu y sus mágicos y sorprendentes caminos!

10– Eros, hoy te has aparecido por aquí. Hoy, tu recuerdo se hizo presente en mi memoria.
Me has concedido gozar de tu compañía, llevándome a otra realidad donde el tiempo y el espacio se han esfumado, y las vivencias no pueden ser expresadas.
¡Cuan dulce es el perfume que anuncia tu llegada! ¡Niño de volátil naturaleza! Que apareces sin previo aviso. ¿Cómo hacer para que no te marches? Fracasamos constantemente en el intento por poseerte, cuando paradójicamente eres Tú quien nos da la libertad. Será que lo de la posesión no va contigo…
Invocamos tu sutil y amorosa presencia. Tú, que mantienes unido a este anillo de oro invisible, cuyos integrantes han entregado sus ropajes a la hoguera para devenir niños desnudos y así poder acompasarse a tu ser.
Por ti, Eros, y por la Unión que tu poderosa energía provoca. ¡Que tus flechas no cesen jamás de ser lanzadas!

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Pasado un tiempo, recibimos un nuevo mensaje. Esta vez se puede decir que lo esperábamos anhelantes, y aquí ofrecemos el epistolario.

Asunto: “¿Queréis jugar conmigo?”
Queridos todos, hola, hola de nuevo, ¿me habéis elegido?, ¿queréis jugar conmigo? Si la respuesta es como parece sí, si habéis intuido la verdadera esencia de mi ser, no os puedo tratar como a los demás, ilusos que se conforman con ciertas idealizaciones románticas o con particulares fantasías oníricas de quiméricos paraísos materiales o mentales.
El arco en mis manos presto a disparar, un cierto brillo en la mirada nos delata como amantes. Amor ama y se regocija en la Unión de los corazones.
Disparo. Si habéis elegido reconocerme en vosotros mismos, podremos trazar la Escala del Pensamiento, hacerlo todo de nuevo. ¿No sienten la cosquillas en la barriga cuando ven al ser amado? Diana.
No cerréis la alcoba al apegaros a vuestras pequeñas realidades conocidas, a vuestras seguridades ficticias, incidiendo una y otra vez en esa cerrazón; no continuéis en la queja de vuestra suerte, porque no hay oro más puro, ni agua más fresca que la que brota de la herida de la flecha de Eros, … aunque produzca la muerte.
¡¡¡Uff, qué calor hace!!! A ver si sopla un poco el Céfiro, el ventilador celestial, (una gracia olímpica). Bueno, es que es verano, así que a despendolarnos, mejor desnuditos y dejémonos penetrar por la Luz Inteligible que el astro rey simboliza, y a bañarse en las aguas puras del abismo del No-Saber, que es época en la que los frutos maduran. Con Amor.

Ahora, las respuestas no se han hecho esperar:

1– ¡¡¡Sí!!!! ¡¡¡Juguemos!!!
¿Dónde te hallo en el transcurrir constante de volúmenes y formas? Unas veces es en animadas, otras en fijas e impertérritas, a veces bellas, otras de lo más monstruoso y amorfo. Y sin embargo siempre estás ahí. Agazapado en el espacio del alma que se mantiene firme en tu búsqueda.
¡Pero qué belleza es este juego de amor! Y no hace falta ponerse solemne para reconocerte aquí, vivo, revoloteando en mí (aunque suene mal escribir un determinante al hablar de Ti). Y de pronto todas las canciones que suenan te cantan. Y todas las historias de amor son la tuya (la nuestra).
¡Certero flechador que tan viva llama inspiras!
¿¿¿Dónde te escondes???
¡Un abrazo enorme!

2– Sí, te hemos elegido y jugar contigo es nuestra ilusión, además de la única opción para alcanzar nuestra meta.
Hace ya algún tiempo que nos presentaron, aunque te tenía visto desde siempre, pues no recuerdo ningún momento en que presa de tus juegos no estuvieras siempre presente. Pero si antes nuestros encuentros eran según tus polifacéticos antojos, ahora soy yo la que te llama, la que sabe que te necesita para el gran juego de los juegos, el armado del puzzle revelador de la identidad. Por eso sigo en la labor de purificar esta alma, sí, desnudita la pongo a remojo en esas aguas de las que hablas, donde se moldeará tan irresistiblemente bella para que ya tu impulso se la rapte para siempre.
Espero con ilusión tus cartas.
Con el mismo Amor.
Pd. Tienen “gracia” tus “gracias olímpicas”.

3– Querido Eros,
Cuando un dios –tú en estos momentos– sale de la página del diccionario de símbolos o del manual de mitología a través del cual lo había conocido (o así lo creía) y se dirige a uno interpelándole de esta manera, a la directa y con un desparpajo cósmico, se le mueven muchas cosas por dentro. Porque uno está más bien acostumbrado al mutis perenne de la deidad y como que ya lo ha ubicado como un elemento inamovible del panorama de su vida. Y sí, bueno, el tuteo reiterado con los dioses del que hablaba el poeta, amigo y maestro, claro, pero es que él era un pedazo de teúrgo y entonces... Entonces, ¿qué? ¿Que uno se excluye de vivir de lo alto? ¡Pero qué memez! La verdad es que momentos como estos son fenomenales para descubrir como es la cosa, o sea el rollo que uno debe dejar aparte (acabo de hacerlo, palabrita del niño Jesús) y el flujo incesante de mensajes que empiezan a llegar a la que uno desconecta de sus prejuicios.
Uf, vaya chapa te he dado. Pero si aquí lo único importante es lo que tú nos has escrito... Sí, hagámoslo todo nuevo, Amor nuestro que revelas tu poder con el tirón que experimento cada vez que miro a las estrellas, a los ojos de mi compañera o a las flores de mi jardín. Eros que estás en nosotros como nosotros en ti para que todo sea hasta que toque dejar de serlo.
Por Amor.

4–Querido Eros,
El sol ya se ha puesto, y por fin se siente un poco de frescor. ¡Qué alivio! Aunque como bien dices, nada de quejas y aquí nos tienes dispuestos a no perder el turno en la partida. ¿O quizás esto no va por turnos sino que se trata de un juego multidimensional y simultáneo? ¿Debemos disponernos todos en círculo mirando hacia el centro y estar atentos a las flechas que desde allí vas disparando?
¡Zas!, con el flechazo se establece un vínculo que va uniendo a todos los tocados en un solo corazón. Pero… la flecha puede pasar de largo, y entonces, como hemos oído decir: “quien pestañea, pierde”. Glubs, que horror. Perder la oportunidad de ser, de reconocerse.
Por eso, Eros, sigo con el juego. ¡Ahhh!, y acepto el regalo del acertijo que se esconde en tu nombre leído haciendo ciertas permutaciones: Rose. Meditaré en ello.
Un beso.

5– Querido Eros,
sigo con las meditaciones, pues ayer estaba ya muy dormida y creo que escribí entre sueños. Acepto agradecida el juego que nos propones: jugarse la vida para conquistar la auténtica Vida. Seguiremos las pistas que nos vayas dejando, discerniendo a cada paso y buscando todo lo que de ti se dice y han dicho muchos de los que te han conocido y tomado como demon intermediario.
Y mira como vienen las cosas; hoy he recibido un presente que de nuevo me ha evocado tu nombre, o el nombre de la rosa que se compone de las mismas letras que el tuyo (eros-rose). Esta flor, tan vinculada al símbolo de la rueda, del centro y la manifestación sintetizados en su belleza efímera y arrobadora, irrumpe hoy en mi casa para festejar un día señalado. Me dejo llevar por el arrebato de su aroma y sus colores, su misteriosa forma que guarda el cáliz oculto, y pienso que en momentos como estos, sólo cabe agradecer haber nacido y tener la oportunidad de encontrar el sentido de este exilio. Y para no perder el tiempo, me voy a ver qué dicen los hombres y mujeres que nos han precedido acerca de tu irrupción en el mundo... porque, Eros, ¿de dónde vienes?
Te comentaré mis hallazgos.
A la espera de tus dardos,
Con Amor.

6– Querido Eros,
Tu última aparición de ayer me tiene tocado, me pregunto: ¿de qué material están hechas tus flechas? Ni esmeraldas, ni diamantes, el único material de todo lo que sale de tu carcaj (que por cierto el teléfono me corrige y me pone carcaj-ada) debe ser lo que es más bello y verdadero a la vez. O sea, es posible que tus flechas estén hechas de Verdad, que se transmite a través de la Palabra y que en esencia es el mismo Verbo penetrando aquellos corazones prestos a ser fecundados. No hay nada más indestructible que la misma Verdad, y a la vez tampoco hay nada más liviano y connatural al hombre y la mujer que la propia Palabra. Por lo que te haces en nosotros cuando te invocamos concentrados y te pensamos, no ya sólo como dios que todo lo une sino también como intelecciones, preguntas, comprensiones y relaciones que nos llevan de lo múltiple a la Unidad.
¡¡Quiere decir esto que estás muuuuuy cerca amigo!! Y que cuando menos lo esperamos apareces. Dispongamos pues toda nuestra alma y toda nuestra comprensión para que seas cada vez más presente en nuestro camino, Eros. Que comparezca también Atenea y nos eche una mano con el discernimiento.
¡Un abrazo enorme! ¡¡Y mil gracias por tus flechazos!!

7– Tu llamado al despertarme me lleva a la concentración, a la oración del corazón y te invoco dejándome arrobar por tu presencia. Eros, con tus juegos infundes en el ánimo coraje y alegría. ¡Dispara!, dispara tu áurea y certera flecha en el centro de nuestros corazones y que tu herida de Amor, por Amor, insufle la fuerza que impulsa al vuelo: nuestra entrega incondicional al Amor que todo lo une.

8– Querido Amor,
Como sabes, una marcada tendencia a querer ponerle cara a todo, me hizo caer en la tentación de querer ver tu rostro. De modo que dicho el secreto se acabó la Magia y aquí estamos, viéndolas venir, aunque intuyendo de cuando en cuando tu presencia detrás de las máscaras con las que te presentas. En cualquier caso, agradecerte siempre los mensajes, me recuerdan lo bien que lo pasamos juntos. Sobre todo tú, jugando al escondite, que es tu juego preferido. Desapareces y ¿quién te encuentra? Lo peor es que todo se alborota cuando no estás, así que por favor no nos dejes.

9– Dices bien: que “amor ama y se regocija en la Unión de los corazones”.
Se dice que ésta es tu función, es decir mantener cohesionado todo el universo, uniendo los contrarios que complementándose permanentemente en su centro o corazón por la atracción que ejercen entre sí, haces posible que el mundo se perpetúe a través de esa cópula sagrada que tu bella madre, Venus, propicia.
Sobre ti cuenta Sócrates que la sabia de Mantinea, Diotima, quien lo instruyó en las cosas más profundas del amor, le dijo que eres un gran demon, un “genio” o espíritu intermediario que conduces al alma a través de la escala del pensamiento, pues haces de vínculo entre los dioses y los hombres y entre éstos y aquéllos, interpretando y comunicando los mensajes celestes a los humanos y los de éstos a aquéllos. Por lo que “al estar en medio de unos y otros llenas el espacio entre ambos, de suerte que todo queda unido consigo mismo como un continuo”, según nos cuenta Platón en El Banquete.
Y por ello ¿cómo no regocijarse con tus flechas y tus besos que hieren profundo produciendo la muerte al pasado, a la ilusión, haciendo posible que el alma regenerada y desprendida pueda elevarse y conocer a través del deseo y el amor que infundes en su corazón, “la posibilidad más alta del amor”?

10– Querido Cupido,
si este calor sirve para que el alma se inflame presa de tu Amor, ¡bienvenido sea! Porque ¿qué otro podríamos amar? ¿A quién más entregarnos si toda ilusión, toda fantasía se revela irreal al no ser nunca como habíamos imaginado? Mejor entonces dejarnos fundir por este sol abrasador, y así ser uno contigo, o sea con todo. Aquí y ahora.
Aunque tengo que decir que un bañito en el mar del No Saber es muy tentador. ¡Gracias por darnos estas buenas ideas y seguir alimentando nuestro Amor para que no caigamos en la tontera perpetua!
Un abrazo.

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Hasta aquí este intercambio epistolar que nos tiene bien contagiados de un furor de Amor, abiertos al asombro y a la esperanza de unas reales transmutaciones del alma. ¡Con Eros como guía!

© Ateneo del Agartha